Para una crítica de la modernidad
Resumen
Como de costumbre, el problema empieza por el lenguaje. En este caso, porque al propio término de «modernidad» le ha sido conferida una significación a la vez normativa y susceptible de tergiversación como consecuencia del mito del progreso que de manera tan radical ha configurado el pensamiento occidental a partir de la Ilustración. Significación normativa, en la medida que la modernidad está concebida como intrínsecamente superior a todo lo que pudiese haberla precedido; lo contrario de ser moderno es ser retrógrado, y se hace difícil imaginar la manera de defender las virtudes de lo que no es sino retrógrado. Pero ipso facto la significación es susceptible de tergiversación en la medida que este tipo de perspectiva dificulta enormemente una visión de la modernidad como aquello que en realidad es: un fenómeno histórico, en principio igual que cualquier otro, con un inicio empíricamente discernible y un conjunto de causas en su origen, y por tanto también con un final previsible. Como mínimo, pues, toda crítica de la modernidad ha de empezar poniendo entre paréntesis los presupuestos normativos en los que está basada.
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